lunes, 28 de junio de 2010

Tres puntos

Sabía que sus intenciones no eran del todo buenas, me dejé llevar por la pasión de libertad, de sentir el aire sobre mi rostro, de ver el mundo diminuto y empequeñecido: el veneno no sólo hizo daño en mi persona, sino en mi entorno.

Pero ese es el precio de la pasión, de las ideas emanadas por mis impulsos, de la esencia del vivir en el aquí y el ahora, ese es el riesgo que imaginé pero nunca preví que fuese tan rápido el veneno letal, nunca conté con que se esparciera velozmente: no hay antídoto para esto, nunca hay antídoto para las revoluciones, para las críticas y para las transformaciones, y es justamente esto último lo que vivo yo, la transformación de ideas y de pensamientos, de esperanza y de calidad, de emociones y pasiones.

La transformación momentánea ahora trajo miedo, tristeza, desconcierto, melancolía; no debe ser así, sólo es una mutación momentánea producto de cierta liberación creativa, el dominio de mi persona y de todo aquello que puedo controlar con ella. No debes de temer, no hay nada malo en una metamorfosis, sólo es pasajera, liviana y estúpida. Dejemos de llorar. Algún día volveré.

Ahora debo de aprovechar el veneno –al precio que sea-, es él quien dice que debo y no debo de imaginar, hace mucho que no lo hacía y es gratificante lo que puedo construir con un poco de incredulidad, pesadez, ironía, vejación y desconcierto. Es la creatividad la que me domina ahora, no debo dejarla ir, aunque esto signifique perderlo todo…

+ Es buena la experiencia momentánea por la que atraviesas, sólo date cuenta de que haces daño, mucho daño, el veneno debería de afectarte a ti… Márchate y reinvéntate solo…

domingo, 27 de junio de 2010

Introspección

- ¿Sabes que tu presencia me molesta?

/ Y a mí la tuya, pero no podemos hacer nada al respecto.

- ¿Eres tú quién controla últimamente mis sentimientos?

/ No sé, dímelo tú.

- ¿Dónde está “El Arcano”?

/ Extraño. ¿Por qué te ha dado por llamarlo ahora así?, ¿Por qué tu empeño en darnos a conocer?

- Es hora de que sea así ¿no?. Las cosas por su nombre.

/ Pero nosotros no somos cosas.

- Cercano a eso estamos. Dime, ¿dónde está él?

/ ¿Descansando? Yo que voy a saber dónde está, qué me importa a mí lo que haga o deje de hacer.

- Prefiero sus consejos que tu compañía.

/ Gracias, muchas gracias por lo que a mí me toca. Te has vuelto tan… tan, mediocre Ícaro. Es por eso que estoy aquí y ahora, sinceramente mi contribución contigo es la de ayudarte, aunque si por mi fuera, me daría gusto verte hundido…

- Nunca te pedí ayuda: así es que te puedes ir cuando quieras.

/ Tu humor siempre tan suspicaz. Enserio, no vengo a hacerte favores, me repugna eso, así es que toma mi oferta, después de la última batalla, quedaste muy herido, es hora de sanar como se debe.

- ¿Tú qué me podrías ofrecer?

/ Lo que siempre te ofrezco: libertad.

- No me ha ido muy bien cuando haces acto de presencia.

/ Son meros detalles. La cuestión aquí es aprovecharlos.

- ¿Dónde has metido al arcano?

/ Déjalo descansar, estoy yo aquí para remplazarlo. Hagamos una cosa, olvidémonos del viejo por un tiempo, y disfrutemos y realicemos cosas que jamás hemos hecho ¿te parece?

- ¿Por qué presiento que no será bueno nada de esto? Bien ¿y qué sugieres?. Sabes lo que siento así es que sobre eso actúa, ya decidiré yo si tu propuesta es correcta o arriesgada.

/ Sé que has fortalecido esas alas; me sorprende su fuerza…

- Al grano…

/ Dilo, que no te de miedo, di cuál es mi verdadero nombre, no te detengas.

- El que dice qué hacer y qué decir aquí soy yo, así que te pido moderes tus pensamientos. Y déjate de rodeos, no me adules y dime que es lo que tienes planeado.

/ Como quieras, insisto en que te han ablandado demasiado el corazón: cuidado Ícaro, ya se han dejado ver algunos derrumbes en eso, pronto te tirarán por el barranco, pero eso será otro cantar. Te explico, ahora que tienes la capacidad de volar ligeramente, podremos sobrepasar los límites, ¿te parece?

- ¿Qué tanto podremos sobrepasarlos?

/ No sé, quizá más allá de la capacidad momentánea de tus alas. Hay que hacerlas resistentes, hay que fortalecerlas más, hay que moverlas.

- Eso ya lo tenía pensado, no es nada nuevo. Comienzas a perder la creatividad.

/ ¡Quién lo dice! En fin; está bien, reconozco que no fue la mejor idea, pero ¿y si aumentamos el nivel? Hay que llegar a los extremos.

- Siempre quieres llevarme a eso, al límite, a lo extremo, siempre quieres verme en el suelo ¿Para qué?

/ Porque eso necesitas. No te has dado cuenta que eso a lo que los mortales llaman… ¡agh! ni siquiera puedo mencionarlo, te está haciendo débil, ingenuo, tonto. Antes podíamos con todo, teníamos una visión del futuro claro, teníamos sueños grandes y no míseras ilusiones de un futuro feliz. Ícaro, necesitas recobrar el coraje.

- Quizá mis expectativas hayan cambiado, actúo dependiendo de cómo me sienta día a día, dejé de pensar en destruir gente y construir yo mismo mi propio camino…

/ ¿Tú mismo?, ¿o tal vez con ayuda de alguien más?

-No te atrevas a mencionar lo que es preciado para mí.

/ Como sea: te veré caer ahí. Tú mismo lo sentiste lunas atrás, hay cierto abandono, quizá olvido, posiblemente arrepentimiento por parte de…

- ¡Calla! Me envenenan tus palabras.

/ Sólo te hago ver el futuro. Olvídate de todo Ícaro, recuerda que hemos nacido para la soledad, ella y la Luna siempre nos acompañarán.

- No me puedo olvidar del castillo, de las estrellas, de las lunas, del Sol en el ocaso, de los verdes valles y mucho menos de…

/ ¡Total! Si no lo haces tú…

- …

/ …

- Hay que volar, hay que busca más horizontes. Me pesa que “El Arcano” no se encuentre aquí, tendría sus palabras de sabiduría y me diría que no lo hiciese, pero es momento de volar yo solo, sin su cuidado: sin el cuidado de nadie, así comenzará todo, siendo lo que fui, siendo un olvidado, siendo lo que tu eres: “siendo veneno en botella de cristal”

/ ¿Lo ves? Esa es la forma en que se idealizan las cosas. No te arrepentirás, sabrás y probarás el sabor de la amargura, pero con ello también vendrá el sabor de la victoria. Llegaremos lejos.

-Llegaré lejos, te informo.

/Como sea, la cuestión es volar, ¿qué puedes perder?

-Todo, mi todo.

sábado, 12 de junio de 2010

La últim batalla: -El fin de un titán-

Primera parte

Amaneció como cualquier otro día en mi pequeño mundo: el Sol comenzaba a dar toques de su luz, un cielo con algunas nubes dispersas, pero más que nubes, eran hilos de algodón blanco en el firmamento, una brisa tenue acariciaba mi rostro, todo parecía tan quieto: todo parecía normal.

Dentro de mi castillo, me preparaba para el futuro: una guerra más. He enfrentado 23 anteriores, ésta mi última, daría marco para dar el siguiente paso hacia mi sueño: el universo. Consciente del peligro que me esperaba, tome mis herramientas: sí, un palo y una piedra, armas que se me otorgaron para este enfrentamiento, quién iba a decirlo, sutiles y humildes armas me producirían temor de lo que sucedería. Además de estos mis utensilios de batalla, tome un pequeño saco, cargado de lo indispensable: un pequeño objeto que contenía el líquido que da la vida, y todos mis sueños guardados en una cajita tan frágil como el papel. No había más, la vigésimo cuarta guerra me esperaba.

Traté de disfrutar el trayecto hacia el sitio del combate, pero bien sabemos que cuando la muerte está detrás de ti, nada te aparta de esa angustiante sensación del fin de tu vida; así es que me enfoqué en mis temores que se hacían cada vez más grandes mientras el tiempo pasaba, contuve esa valentía que me caracterizó en los demás enfrentamientos, trataba de ver el desastre que me asechaba de una manera catastrófica mientras mis alas temerosas me pedían el regreso al castillo. Nunca he dejado de enfrentar una guerra, y nunca dejaré de hacerlo.

Sí, ahí estaba, en el viento, en el cielo, en la arena del desierto: sí, comenzaba a sonar mi réquiem, melodía que daba paso al comienzo de mi agonía y posterior muerte. Sí, la escuchaba mientras aún me dirigía al lugar del enfrentamiento, sí, era el sonido de mi funeral el que se dejaba escuchar.

Que rápido pasa el tiempo cuando uno quiere que vaya más lento ¿no?. Pues así sucedió: me encontraba en el lugar correcto, en medio del desierto, solo, completamente solo con mis armas, mi saco y el orgullo que aún me quedaba. Como describir lo que sucedió después de eso.

Lector ¿has sentido el silencio perpetuo y después el caos del miedo?. Los tambores de guerra callaron mi réquiem; se escuchaban lejos, muy lejos del sitio en donde yo me encontraba, entonces supe que el enemigo se aproximaba a mi encuentro.

¿Qué hacer? Me senté sobre la arena a esperar, las dunas se levantaban por todas partes, algunas pequeñas, otras de mayor tamaño, un típico desierto por la mañana… mañana que era tan fresca, tan sutil, un hermoso día… día de mi muerte, de una batalla encarnecida, de derrame de sangre.

Los tambores y los cantos emanados por el enemigo eran más fuertes conforme avanzaba el tiempo, no había duda, la guerra comenzaría en cualquier momento. Detrás de una duna enorme, frente a mí, sería el lugar por el que aparecería el enemigo: enemigo que sería el último. La primera columna de… ¿soldados?... la verdad no sé qué eran, figuras extrañas armados con escudos y espadas en el peor de los casos, mientras que otros se revestías con armaduras brillosas, objetos filosos les servirían como herramienta para destrozarme; como dije, la primera fila de diez seres se asomó en el margen de la duna, seguido por la segunda fila, la tercera, cuarta… séptima… décima… decimo segunda: pequeño el contingente de seres extraños eran los que se me presentaban como enemigo, cualquiera pudiese decir que ciento veinte son pocos seres para una guerra, lo que no se sabía era que el enemigo de ellos era uno: yo.

Lector, para qué mentirte; estaba lleno de miedo, aunque el miedo es poco para describir mi sensación; estaba completamente aterrado ante la presencia de aquellos seres animados de una furia estremecedora, que en ningún momento callaban sus melodías guturales y sus tambores; la muerte –como sabía desde lunas antes- sería el fin de mi existencia, ellos, serían merecedores de la gloria mientras que yo… moriría lentamente en sus manos.

Todo pasaba frente a mí, pero en lo único que pensaba en ese entonces era en dos cosas, una más gratificante que la otra: mi inspiración –mí musa- y la muerte –mi destino-.

Como aquellos que saben que sus días están contados, así me comporté, un minuto después de aquella escalofriante sensación de pánico, pensé:

-Sé que en este tiempo y en este lugar moriré, mi sangre será esparcida por donde quiera mientras que ellos cantaran melodías de victoria; mi maltrecho cuerpo y mi aniquilado razonamiento saben que el miedo y el terror me consumen en estos momentos, mi destino está marcado por la horripilante manipulación de mi próximo futuro… -sonreí con la mirada clavada en la arena-… pero sé que un titán no puede ser vencido tan fácilmente; los titanes luchan hasta el último segundo en aquellas batallas por la gloria o la derrota, y yo, un titán sin trono, no seré vencido sin antes haber peleado. ¡No! titanes como yo deben resistir hasta que la última gota de sangre abandone mi cuerpo, mereceré una gloria sin victoria, ¡lucharé hasta desfallecer!, ¡moriré con la cara en alto y sin dejar de pensar en mi ilusión!

Sembré con gran fuerza el palo en la arena, levanté la cara hacia mi enemigo frente a mí, a una centena de metros, tomé con mi mano derecha la piedra que me acompañaba y con la izquierda me aferraba fuertemente a aquel sable de madera que me serviría de arma. Todo estaba escrito, mi destino me había alcanzado. Me levanté lentamente de donde me encontraba, y pronuncié al viento:

-Aquí estoy, un pequeño titán frente a un muro de arena en donde reposa el enemigo, quienes aclaman mi derrota. Aquí yacerá mi cuerpo. Si me impuse esta última guerra, y me dieron como armas un palo y un piedra y como enemigo a ciento veinte seres que esperan mis entrañas, pues que así sea –sonreía con lágrimas en mis ojos- El enemigo no vendrá hacia mí, podrá esperarme todo el tiempo que sea, pero los titanes, buscan acabar de prisa con las batallas, y yo, un diminuto titán, no esperaré a que mi enemigo me vea deshidratado por el intenso Sol: no me verá muerto sin antes haber peleado.

Pasos lento me encaminaban en línea recta hacia ellos, mis múltiples y desconocidos adversarios:

-¡Que los demás titanes sepan de mi fallida hazaña!, ¡que comenten que fui un fracaso de gladiador!, ¡que se esparza mi historia por este mundo!, ¡que se diga con gran valentía que fui enviado a la guerra con un palo y una piedra como medios de defensa!... Que los titanes sepan: ¡fui un titán entre titanes!

Una voz ronca y con llanto salió de mi interior, gritando ¡GLORIA!... ¡LIBERTAD!... libertad para todos aquellos a quienes nos mandan a la guerra con un mísero palo y una piedra…

La última batalla: -28 lunas-

Segunda parte

Ahora todo es silencio; el Sol me quema la cara y un pequeño soplo de viento refresca las heridas que recorren todo mi cuerpo.

Me encuentro recostado boca arriba sobre la arena, no necesito levantarme para saber que en efecto, la sangre me rodea a varios metros alrededor de mí: como si yo fuera una isla, y la sangre el océano.

Sabía que así sucedería, la derrota la tenía garantizada antes de la primera embestida por aquel ser de metro y medio con cuernos y con dos hachas en sus manos, le siguieron sus nueve compañeros de fila, diez a uno. Resistía los embates que me proporcionaban, garantice también pequeños trastornos en aquellos cuerpos negros de pieles duras, si bien es cierto que mis armas poco podían hacer, también lo es que la fuerza proporcionada por mi espíritu era de gran ayuda para hacer un poco más de daño.

Así resistí la primera fila, cayeron cinco y cinco aún de pie; se le unió la segunda fila, quince a uno. Resistía mientras mi corazón decía –“¡fuerte, fuerte y con valor!”-. Cayeron cinco más mientras que la tercera fila se integraba: veinte a uno.

Comenzaba a cansarme, ellos eran tantos y yo con tan pocas fuerzas que pensaba en una tragedia antes de lo que yo esperaba; cinco más en el suelo, la cuarta fila no podía contenerse más: veinticinco a uno.

Mi desesperación aumentaba, lo único que razonaba era con no caer antes de tiempo, con seguir firme ante aquellos que me rodeaban y que hacían daño en mí ser. Las heridas ya eran múltiples, y la sangre comenzaba a correr; cinco menos, la quinta fila se unió: treinta a uno.

Después de esto perdí la noción del tiempo y el espacio, sólo veía sangre a mí alrededor, aquellos seres fuertes y de oscuras pieles me rodeaban mientras me hacían daño con sus miradas, su furia y sus armas. Dejé de saber lo que sucedía y sólo con intuición arremetía a todo aquel que se pusiera frente de mí; una estocada en mis costillas, otra en la espalda, una más en mi estómago: sabía que hacían más daño que en un principio. Con dificultad y entre un mundo oscuro, vi aquella duna enorme en donde se posó el enemigo tiempo atrás: estaba desierta.

Las heridas producidas por ellos eran incuantificables, mi piel ya no tenía aquel color característico, ahora era completamente roja, estaba bañado en mi propia sangre, mientras que ellos seguían hiriéndome, no se rendirían hasta verme en el suelo, maltrecho, cansado, agotado, sin valentía, sin entusiasmo, sin nada… muerto.

Así me encontré, muerto mirando al cielo. El brillo de mis ojos desapareció y no podía contenerlo, dentro de mi comenzaron a salir sollozos de dolor, de frustración, de miseria: sabía una cosa, el dolor, la frustración y la miseria, no eran comparados con el dolor de la derrota, creo que eso era lo que me dolía más.

Gritos y llanto eran lanzados al firmamento por mí: ella me había escuchado, y no sólo eso, allá, desde las nubes, me dirigió una mirada y una plegaria para que mi angustia cesara de la mejor manera. Cando eres amado por una musa, las heridas físicas y mentales sanan con un poco de mayor rapidez.

No sé lo que pasará después lector, mis batallas son día a día, y he comenzado a cansarme de hacerlo; necesitaba cierto descanso para poder continuar con ellas, pero temo que eso esperará, pues la guerra continúa, y posiblemente dentro de veintiocho lunas más me vea de nuevo en medio del desierto, frente a una enorme duna en donde posarán mis adversarios, y eso sí: con un palo y una piedra como armas.

Un palo y una piedra: armas para la guerra

Las golondrinas se escuchan tan cercanas, pero he de reconocer que no sé si las escuchare dentro de este cielo tan nublado, tan ruidoso, tan estrepitoso por los rayos: no sé si escucharé golondrinas en la playa mientras me recuesto sobre la arena a pensar en la enormidad del mar.

Pensar en el mañana me causa insomnio, y es justamente esta noche en la que debo de descansar más que cualquier otra, pues la guerra que me espera será más que tormentosa; estará llena de sangre y no precisamente sangre del enemigo, sino aquella que emanará de los poros de mi piel y es que no es pretexto, pero me han armado con un palo y una piedra; me dejarán en medio del desierto y tendré que encontrar la gloria yo mismo.

Me duele pensar en lo que sucederá después de la lucha, no se necesita ser un gran estadístico para saber que tengo mucho.. mucho que perder pero también demasiado que ganar.

Si pierdo, la agonía se extenderá; si gano, la paz posará momentáneamente sobre mis hombros; si pierdo, llanto contenido habrá en mi corazón; si gano, extenderé las alas y podré volar tranquilamente; si pierdo, un mar de angustias invadirá mi cuerpo; si gano, sabré que fui y di lo mejor de mí para cruzar la sinuosa muerte; si pierdo.. si pierdo... no sólo moriré mentalmente, también morirá el comienzo de mi sueño... el universo.

"Nada se supone, todo se comprueba"

...