miércoles, 12 de enero de 2011

Quién seré...

Siempre supe quién fui.

La soledad atormenta el castillo; la brisa incontenible y fría deambula por cada torre, por cada balcón, por cada salón y llega a mí. Estoy aquí y ahora, inmerso entre la oscuridad y la nada, mientras que mi cuerpo yace inerte ante tantas y tantas ideas que no logro domesticar.

Pasmado por la complejidad de las cosas muero lenta y fríamente bajo el cobijo de un techo oscuro y no me atormenta. Siempre supe quién fui. Siempre he sabido de lo que estoy hecho, pero la compañía me ha hecho olvidar que mis huesos y carne no son más que letras y tinta despedida por un bolígrafo.

Siempre supe quién fui. La soledad es parte de esta atmósfera, de la cual ya me había olvidado, y es que las circunstancias ahora son tan idóneas que he regresado a un espacio para lo que fui creado. Ante el infortunio y despojo de lo que más quiero, me veo en la necesidad de abrir los ojos cuando el astro rey se va, dando paso a la contemplación de la bóveda celeste. Ahora pienso como pensé, ahora siento como sentí, ahora veo como antes vi, ahora sueño como antes soñé: pero mi sueño, el más real, se viene abajo ante tanto caos.

La cuestión no es saber quién soy, sino saber ¿quién seré? Y es que me veo rodeado de tantas letras y tantos pensamientos, que ahora comprendo que si esto sigue, si de verdad esto no cambia, entonces me veré en la triste, humillante y moribunda necesidad de abandonar mi presente feliz. No se puede respirar aire puro ante estas penosas circunstancias y tampoco se puede dejar vivir ante mis deplorables sueños.

Que la soledad me arrope, que el olvido me cobije, que mis pensamientos nuevos y viejos me destruyan, que mis sentimientos sean asesinados, que los tres en esencia estemos presentes, que mi pasado regrese, que mi futuro se construya, que muera mi corazón y que viva la necesidad por buscar aquel sueño tan difícil de alcanzar.

Siempre supe quién fui… más no sabré a ciencia cierta quién seré.

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