martes, 11 de mayo de 2010

Agitación

4:53 am, sé que la luz del Sol no tardará en hacerse presente por la ventana, pero no es preocupante, hay cosas más serias de las cuales me aterro y es que no ha sido una noche normal.

Mi corazón late deprisa, los estándares indican que no es normal 97 por minuto y la respiración es agitada, contabilizo 27. No logro comprender que es lo que pasa. Siento miedo, preocupación, angustia, pero no sé de qué o por qué; esto lo he vivido antes, en aquellas ocasiones me encontraba perdido en la oscuridad de mi mente, con gritos internos de auxilio por sacarme de ese estado tan deplorable: no estoy lejos de volver a aquel tiempo.

Pero no me lo puedo permitir, no tengo tiempo para sentirme mal, no hay tiempo para descansar cuando estoy tan cerca de la meta, no hay tiempo para respirar… y respirar es justamente lo que necesito ahora; comienzo a ahogarme con mi escasa sabiduría, misma que he adquirido a lo largo de dos años y medio: me pregunto si comienza el retroceso de la cúspide.

Antes me servía el estar quieto, completamente quieto y sereno, ahora no sé si funcione: hay tantas cosas por hacer…

sábado, 1 de mayo de 2010

Ͼοиτλɔтο

[ - melodía - ]

No reconozco la fecha, ni el día semanal en que me encuentro, tampoco la ciudad y el idioma que hablo, sólo sé que estoy en un departamento reducido en donde hay más de 15 personas de diferentes características: desde personas de color, asiáticos, quizá ingleses y sus peculiares formas de actuar, siempre tan propios: es lo de menos. El departamento quizá pertenezca a un edificio de por lo menos 20 pisos, en donde se sitúa éste al parecer rebasa el decimoquinto lo sé porque me encuentro muy lejos del piso; haya abajo, los coches y las personas son tan diminutas, aún así, todos y todas se empeñan en voltear hacia arriba, más allá de los 20 pisos del edificio, más allá del cielo.

El mundo es tan silencioso y caótico ahora; la mayoría nos concentramos en ver el televisor, en específico un noticiero en donde la guerra al parecer ha dejado de ser el centro de atención, ahora lo ocupa otro importante suceso: atónitos, nos preguntamos qué es lo que pasa.

Cuatro personas de este departamento se encuentran en la terraza, tres chicos y una chica de pelo rubio se entusiasman al momento de quedar callados por la noche no tan obscura: cielo azul marino, de aquellos que aún te dejan ver las letras de un libro, el viento sopla muy despacio, como una caricia, como un murmullo. Me integro a ellos y contemplo lo que ven, mi mente comienza a realizar hipótesis, analizo una y otra vez los posibles factores: lo que pudiese suceder.

Hay dos lunas en el firmamento; no comprendo aún la hora del día, pero sé que pasan de las 10 pm, como dije, el cielo no es obscuro como debiese ser, guarda un poco de claridad con aquel azul marino, ni tan claro ni tan ensombrecido; puedo ver las dos lunas, a la izquierda de la imagen contemplo a la misma, a la de siempre, a la eterna, grande, muy grande, tan grande que podemos ver sus cráteres, huellas producidas por pequeños meteoritos que en el pasado la han invadido, quizá conserve un tono café muy claro, muy tenue, se ve tan cerca desde esta perspectiva, que quizá se pueda tocar; a la derecha, la segunda, muy pequeña, quizá sea la quinta parte de lo que es la primera, tan blanca, quizá ilumine aquel callejón olvidado por la multitud, se encuentra tan quieta como la primera, serena, hermosa, nosotros, los de este departamento en esta etapa la llamamos cuarto creciente.

Alguien me brinda un objeto alargado, pareciese un juguete de niño con el que aprende a observar más allá de la otra calle, pero una pantalla pequeña integrada a éste resalta la seriedad del instrumento; lo tomo con destreza, no sé por qué presiento que los utilizo constantemente: observo por uno de sus orificios diminutos y no percibo nada, sólo incertidumbre, lo devuelvo a su dueño tras el fracaso de utilizarlo.

Hay tanto silencio en el mundo, que los murmullos por parte de las personas que me rodean se hacen perceptibles aunque uno no quisiese escucharlas; sin prestar atención, percibimos que el conductor del noticiero emite cierta frase:

-“… no estaría nada mal… hay que rezar”

Hubiese parecido que nos hubieran contado un chiste lo bastantemente bueno como para que todos soltáramos una tremenda carcajada al instante: todos, absolutamente todos reíamos como locos:

-¿Qué dijo?, ¿rezar? –pronunció un joven no mayor a 30 años: la verdad nadie revezaba esa edad-

Las dos lunas quietas y el mundo callado: algo realmente bueno estaba sucediendo. De pronto, todos nos encontrábamos estrechamente apretados en la pequeña terraza, mirando el cielo como lo hacían las personas haya abajo, en la calle o como lo hacían las otras personas desde las azoteas de los edificios, nada se movía en el mundo, más que el propio mundo.

-Se los dije, algún día iba a pasar –pronunció una voz masculina-

-Todos lo sabíamos, era cuestión de tiempo –arremetió una voz femenina-

¿Esperábamos fuegos artificiales acaso? No lo creo, pero permanecíamos atentos y mudos ante el acontecimiento inigualable: comenzaba el principio del misterio. La luz eléctrica se fue, la ciudad se sumergía entre la poca obscuridad del cielo y la luz que la segunda luna producía: el mundo seguía en calma.

Dicha luna diminuta, comenzó a moverse de forma horizontal, muy lentamente, pareciera que colisionaría con la primera, con la nuestra, con el satélite natural terrestre, pero se detuvo, iluminó aún más el firmamento y de ella se formaron dos faros, dos pequeñísimos soles; comenzó a tomar forma aerodinámica, sin dejar de iluminar al mundo. Un momento más de expectación, era claro que la mayoría de los que nos encontrábamos en la posibilidad de contemplar aquello, estábamos realizando justamente eso, ver, observar, mirar y admirar, los demás menesteres que la Tierra necesitaba podrían ser elaborados después: esto, difícilmente se volvería a repetir –así lo imaginé-

El extraño objeto que se encontraba junto a nuestra Luna, permanecía quieto, mientras alguien mencionaba:

-Debe ser gigantesco.

-Quizá la distancia… -formulaba otra voz-

-Aún así, para poder verlo tan claramente, debe ser enorme –contestó-

Sin más, comenzó a tomar dirección contraria a su último desplazamiento, muy lento, despacio, calladamente, para posteriormente adquirir un poco de velocidad y desaparecer pasivamente. La luz de la ciudad volvió y el ruido del mundo despertó:

-Contacto;… avisen al mundo que hemos tenido contacto –pronuncié-