jueves, 7 de octubre de 2010

Vivirás para alguien más...ѻ

En aquellos momentos en que “rostro sucio” se debatía entre la existencia y la lejanía de la misma, todo comenzó a adecuarse de una forma un tanto favorable para él. Si bien es cierto que la herida era demasiado profunda y de muerte, también lo es que ese tipo de heridas suelen sanar, con mucho tiempo y tras largas noches de melancolía, hasta que éstas comienzan a ser cortas y los días largos, es en aquellos momentos en que el Sol pega de lleno en el pecho de los mortales y los levanta en vuelo, para comenzar una vez más.

En todo ese tiempo de sanación, había cierto diálogo interno dentro de él, diálogo que se prolongaba por espacios finitos y que le ayudaban a una mejor recuperación. Cierto tiempo y espacio, su vivir y su sentir eran los siguientes:

-No sé donde me encuentro. No sé qué tipo de ser soy, No sé qué hago o qué dejo de hacer. No sé nada de mi existencia, ni siquiera sé si he dejado de existir. Mi pecho duele, duele mucho: tras la envestida que me ha dado vuestro egoísmo y vuestra poca razonabilidad para este asunto, me encuentro semi-destrozado en un lugar oscuro. No puedo ver y no sé si pueda escuchar, pues no escucho nada. Silencio impera en mi ambiente.

Era de esperarse que “rostro sucio” maquinara una y otra vez las múltiples formas en las que pudiese haberse encontrado, aún así, el tiempo pasaba, las estrellas lo iluminaban, el Sol de tanto en tanto lo quemaba y corría el ir y venir de su imaginación:

-Constantemente me hago la misma pregunta: ¿cuánto tiempo he pasado así? Comienzo a mover mis extremidades, que a decir verdad, se encuentran en un letargo profundo, y no las culpo, yo mismo he dejado que duerman todo lo que ellas quieran. Poco a poco, siento un viento que refresca mi piel, no sé de dónde proviene pero agradezco que suceda y exista para mí. Es extraño, no sentir sangre ya en mi pecho; sé que no debo moverme en demasía por temor a que se abra la siniestra herida, pese a esto, me siento más completo que antes, sólo debo de quedarme un poco más quieto y el tiempo hará lo suyo.

Eso era, una larga recuperación de días y noches fortuitas hacían que todo mal pasara, por lo menos, no daban más molestias a su ya maltrecha alma, culpable de haber ejercido todo el poder en batallas que no le correspondían, no de esa manera.

-Estoy cansado de estar así. Sé que mis pensamientos no os merecen ya, pero comienzo un estado de envenenamiento interno, es eso lo que me hace vivir amargamente, concentrado en una posible destrucción, pues vuestra batalla me ha dejado en un deplorable reflejo de agonía y sin esperarlo, he regresado. No os preocupéis, por el momento, mi ser sólo desea paz. No pretendo infringir en las murallas de un imperio… imperio que ya no me interesa. Mis objetivos son otros y de mayor importancia. He logrado levantarme: sin ropa alguna, sin armadura, sin escudo, sin casco y sin espada, comienzo a andar una vez más por los valles verdes de mi presente. He comenzado de nuevo y para ser sincero, ya no deseo más guerras.

Aquel hombre que había renacido, no era otra cosa más que la experiencia de múltiples batallas, una tras otra y ahora sólo cumplía con la vida misma: “el caerse y levantarse, así lo dicta el existir”. ¡Hombre!, tú que has surgido de sangre y polvo, de sudor y piel, de lágrimas y gritos, un nuevo acontecer te espera. Ya lo había mencionado antes, no será tu primer y última batalla, hay más en tu futuro; hoy, comienza la vida de nuevo. Construye tu presente alejado de la oscuridad: vivirás para alguien más.

Imagen tomada de: María del Pilar Gómez. Ocaso. 2010 http://pgomezarte.blogspot.com/

martes, 5 de octubre de 2010

A la orilla del pensamiento

+No debería ser yo quien te busque, sino al revés.

-¿Buscarte? ¿para qué? No tengo qué recurrir a ti.

+Yo creo que sí: tienes que pensar muchas cosas…

-Pensar. Eso es lo que no debo de hacer, en estos momentos cuando la luz deja de iluminarme, es el peor momento para pensar, tengo miedo a crear un caos.

+Sentado a la orilla del balcón ¿crees que tus dudas se esfumarán?

-No, pero por lo menos no pienso tanto. Sólo percibo el aire que corre debajo de mis pies, acaricia mis alas y mi rostro: no tengo miedo de caer desde esta altura.

+Creo que te adelantas a los hechos Icaro. No deberías de crear una tormenta en un vaso de agua, hasta el momento y por lo que he escuchado, no ha pasado nada.

-El problema no es si está pasando, sino que pasará. No me puedes decir que no, tú mismo los has escuchado en la soledad de este castillo. Deambulan como seres sin existencia, sin motivos para hacerlo me hacen saber ciertas cosas que no pido saber, pero aún así lo hacen.

+¿Quisieras que no sucediera así?

-Quisiera poder entender mejor tantas coincidencias.

+Creo que ya lo haces.

-Sucederá ¿cierto?

+Anhelaría decirte que no, pero la respuesta es muy obvia. Nunca te preparaste para una situación igual; deberías comenzar a ver una ruta de vuelo diferente.

-No quisiera. Me he acostumbrado tanto a… desde que atardece hasta que amanece, que ya no puedo planear más rutas; estoy bien así, estamos bien así, no quisiera creer que todo se derrumbará.

+Es eso lo que no debes de hacer: derrúmbate antes de que el Sol salga. Dime ¿tienes certeza de que el astro rey el día de mañana saldrá?

-…

+…

-Generalmente así sucede…

+Pero las generalidades suelen fallar Icaro.

-Muy pocas veces lo hacen.

+Y si sucediera, si en verdad ese temor latente se hiciera presente ¿sabes lo que tienes que hacer, verdad?

-…

+¿Verdad?

-Sí.

+No derrames lágrimas, aún no. La luz te seguirá iluminado por mucho tiempo; no es momento de sufrir, date cuenta que sería desperdiciar tiempo, y para eso, tendremos mucho después de la catástrofe.

-No lloro de dolor, sino de preocupación, no sólo en mi, todo colapsará, temblará el suelo del castillo, sus muros vibrarán, las sombras enloquecerán, el sótano… el sótano se vendrá abajo y con ello surgirá el veneno, pero sobre todo… antes de que todos dejemos de existir, está él.

+Amargamente lo sé.

-Lo he visto en las auroras que suelen traer las noches, hermosas y brillantes, me cuentan lo que pasará, y lo he visto ahí.

+…

-Es el mismo, sin cambio aparente; parece no importarle lo sucedido, lo veo tras centenares de hojas, de libros, de números y letras, concentrado en llegar a su sueño, su eterno sueño… pero por dentro muere.

+Tienes que comprender: no podemos sonreír ante la desgracia, ni tú, ni yo, ni el veneno y mucho menos él.

-Vendrán lunas difíciles, me lo han susurrado las auroras. No sé qué pasará, pero sea lo que sea… todos caeremos y todos nos levantaremos, aunque cuando lo hagamos, él no tendrá vida más en sus ojos.

+¿Sabes lo que eso significa?

-Sí

+No quiero imaginarlo así.

-…

+Hazme un grato favor, levántate de la orilla del precipicio y platícame, esta noche, más sobre aquella historia. Quisiera poder imaginar en un final feliz.

-Bien. Me parece que la noche no merece hoy melancolía, más sin embargo hay que darle satisfacción. Te contaré más… ¿listo?...