lunes, 11 de enero de 2010

Primera Carta: Noche fría


4:30 am, buena hora se me ocurre para escribir. Pero el motivo es fuerte: no dejo de pensar en ti. Es por eso que me tomo el tiempo necesario para recordarte y pensarte a través de estas escasas palabras, en donde no sé si me conduzcan hacia tu presencia, pero que en esencia lograrán por lo menos una noche no tan fría, llena de tu calor al sentirte desvaneciéndote en la atmósfera tenue y profunda que perfora mis pulmones.

¿Sabes? quisiera que estuvieses aquí, en estos momentos, en este tiempo, en esta luz de Luna, en esta noche fría, en estos instantes que escribo pensándote; quisiera… quisiera no estar lleno ahora de tantos agobios y poder llamarte, poder escucharte otra vez, poder soñar mientras hablas en un mundo lleno de felicidad plena sólo entre tú y yo.

Pero dime ¿cómo has estado? ¿acaso tu Sol te ha despertado con enorme alegría? Él y yo tuvimos un pacto, ¡oh sí!, apuesto a que no lo sabías, pues bien, acordamos que haría lo suyo cada mañana, entraría por tu ventana silenciosamente, con un pequeño rayo desprendido de su enormidad, alumbraría tus ojos, suavemente, delicadamente hasta que los abrieses y que cada día que pasase en la vida de este mundo, sería completamente lo mismo. Pero te preguntarás qué es lo que ofrecí a cambio, pues no mucho, no cuento con una gran fortuna, de hecho no cuento con una sola moneda que le pudiese servir, pero poseo otras cosas, dentro de ellas un corazón, no se lo di, claro está, pero ofrecí quererte un poco más cada día que pasara, buen trato ¿no? No sé si a él le convenga, pero yo estoy fascinado con la oferta.

He de confesar que te extraño; dentro de este lugar los segundos parecen minutos, los minutos horas y las horas… ¡te pille! supongo que pensaste que las horas pareciesen días, pues no, las horas parecen justamente horas pero multiplicadas por 3: es lamentable el tiempo que invade esta recamara obscura y es aún más lamentable pensar en ti y que tú no estés junto a este individuo.

Estoy cansado, mis ojos comienzan a reclamarme, pero no importa, confío en que estarán despiertos un poco más. Aún así, temo que mis palabras se han terminado y es hora de “descansar” (es imposible hacer eso en este lugar).

Por último: lo sé, no te he escrito en muchas lunas, pero es que mis pensamientos están más allá de este mundo y como sabrás, no es posible expresarse cuando uno está en otra parte, justamente como lo estoy ahora, en un lugar sin retorno, ya no hay, el abismo está tan cerca… lo puedo sentir.

Bien, pues sin más por el momento, me despido. Espero el correo no tarde demasiado, suele pasar, sabemos que los años luz comienzan a ser siglos, la velocidad con la que se enviaba un mensaje de corazón a corazón ya no es como antes: desafortunadamente tarda más en el mejor de los casos, en el peor… simplemente no llega.

Hasta el próximo contacto, trataré de no dormir mucho y soñar poco, posiblemente así me mantenga despierto.

PD: No espero respuesta; esperar algo de alguien es vivir en una eterna agonía, prefiero sentir que no he escrito nada, y que estas palabras se las llevará no el viento… sino el olvido.

martes, 5 de enero de 2010

Pensar

Comienzo a despertar y no sé si es lo que mejor me convenga. Comienzo a dar pequeños pasos y vuelos hacia los horizontes prohibidos, aquellos en donde se me ha dicho no ir; lugares desconocidos en visión pero no en pensamientos: hay cierto temor, lo confieso, pero ¿quién puede detener al Sol cuando ha salido por el horizonte?

Posiblemente haya disgustos por la forma en que actúo, uno que otro reclamo y sonrisas fingidas son las que se me presentan cuando mis anécdotas salen a la luz, pero no me importa, y de hecho, es lo que menos me importa, pues los aciertos y errores que se deriven de dichas acciones, serán míos, sólo y exclusivamente míos, yo me llevaré la gloria o el infierno, es así como se aprende ¿no?

Conciente estoy que mis alas aún son un fiasco, y más aún, que no debo utilizarlas en situaciones riesgosas pues podrían surgir compilaciones y las perdería definitivamente, pero la vida esta hecha de múltiples riesgos y la adrenalina que de eso se derive es parte de vivir, de respirar, de ver, escuchar, saborear, simplemente de disfrutar y llorar.

Pero la pregunta es: ¿está listo el mundo para un monstruo como yo?... no, creo que fue formulada la pregunta erróneamente, es mejor plantear: ¿un monstruo como yo está listo para el mundo?

Mis caras, mis dos visibles caras, comienzan a dialogar entre sí.