jueves, 20 de octubre de 2011

Belleza

Te creí odalisca noble y yo observador pasivo.
Nadie me orilló al espectáculo,
fueron mis alas las que me llevaron a tal recinto
sin saber las consecuencias.

Eras sincera, eso lo reconozco
pero el veneno surtió efecto antes de lo previsto;
quizá no fue tu intención,
ni la malicia de tus movimientos,
quizá no has imaginado el desastre,
o quizá soy yo quien deba dejar el placebo.

Comúnmente me sumerjo en vasos de agua,
tratando de no ahogarme en ellos;
presiento que esta es una ocasión similar
en donde todo debería de ser
tan diminuto y con poco interés,
que las palabras son ya un riesgo.

La culpa no es tuya
sino de una vida contemporánea mal comenzada.
Te deslindo de mis males,
los cuales tu belleza han ocasionado;
sigo mi rumbo incierto y hostil
buscando objetividad y experiencia;
sigue el tuyo tal como lo has hecho,
pues no seré el único con tu pasión por dentro.

Desierto

Si pudiera entender mi realidad, no estaría escribiendo esto. Es tan complejo y tan problemático el sentido que le doy a mi propio entendimiento, que una vez más me veo en la penosa necesidad de escribir en un trozo de papel, introducirlo en una botella de vidrio y arrojarla a la inmensidad de la arena: estoy en medio del desierto.

Las nubes se vuelven fluorescentes al ocaso, se llenan de tonalidades que van desde los rosas, hasta los naranjas; así quisiera que fuera mi mente y mis pensamientos, que en algún momento de mi día, se iluminaran de colores y así poder saber mi presente, más que mi futuro.

La clave parece ser tan sencilla, que me niego a creerla así, y es que tengo una hipótesis muy fuerte, pero que mi alma no concibe: el ser lo que soy sin querer aparentar y mucho menos ser algo y alguien que no existe. Quizá mis palabras parezcan tan atropelladas y sin sentido, pero si supieras lector la vorágine que tengo por dentro, entonces comprenderías cada una de ellas.

Me encuentro en medio del desierto, sin saber qué dirección tomar; lo único que veo son dunas, una tras otra, como si fueran hermanas, creadas de la misma materia. Aquí, arrojo mis lágrimas y mis pensamientos al cielo, buscando una respuesta que me dé entendimiento y me brinde la señal necesaria que debo tomar; aquí con todas las fuerzas que me quedan hablo con mi entorno, aquel que parece no escucharme; aquí es donde comienza mi camino, ese que no sé; es aquí donde acudo al socorro más que a la benevolencia, para encontrar lo que alguna vez tuve y que hoy considero perdido.

¿Cómo saber que soy? ¿cómo saber para qué fui creado? ¿cómo argumentar a esta soledad que sólo es un espejismo, y que en verdad hay algo detrás de mi? Necesito fuertemente una señal, y el primer paso para conseguirla, es saber que no llegará de la nada.

sábado, 15 de octubre de 2011

Sin conocerte

Y sin imaginarlo, te vi frente a mí
callada y serena,
serena y tranquila,
me decías todo con tus ojos
aquellos que no puedo olvidar.

Tomaste mi mano y acurrucaste tu frente en mi pecho,
sentía la ternura emanar de tu corazón;
no supe qué decir,
no supe qué hacer,
sentía sólo esa sensación de amor en mi cuerpo.

Alguien me hablaba pero no era tu voz,
no sé que decía, no enfocaba su atención;
mi predilección era tu cuerpo,
era tu rostro, eran tus ojos.

Te recuerdo con sólo verte,
estabas ahí, cayada y serena,
serena y tranquila,
y yo… soñaba contigo en un buen día.