martes, 5 de octubre de 2010

A la orilla del pensamiento

+No debería ser yo quien te busque, sino al revés.

-¿Buscarte? ¿para qué? No tengo qué recurrir a ti.

+Yo creo que sí: tienes que pensar muchas cosas…

-Pensar. Eso es lo que no debo de hacer, en estos momentos cuando la luz deja de iluminarme, es el peor momento para pensar, tengo miedo a crear un caos.

+Sentado a la orilla del balcón ¿crees que tus dudas se esfumarán?

-No, pero por lo menos no pienso tanto. Sólo percibo el aire que corre debajo de mis pies, acaricia mis alas y mi rostro: no tengo miedo de caer desde esta altura.

+Creo que te adelantas a los hechos Icaro. No deberías de crear una tormenta en un vaso de agua, hasta el momento y por lo que he escuchado, no ha pasado nada.

-El problema no es si está pasando, sino que pasará. No me puedes decir que no, tú mismo los has escuchado en la soledad de este castillo. Deambulan como seres sin existencia, sin motivos para hacerlo me hacen saber ciertas cosas que no pido saber, pero aún así lo hacen.

+¿Quisieras que no sucediera así?

-Quisiera poder entender mejor tantas coincidencias.

+Creo que ya lo haces.

-Sucederá ¿cierto?

+Anhelaría decirte que no, pero la respuesta es muy obvia. Nunca te preparaste para una situación igual; deberías comenzar a ver una ruta de vuelo diferente.

-No quisiera. Me he acostumbrado tanto a… desde que atardece hasta que amanece, que ya no puedo planear más rutas; estoy bien así, estamos bien así, no quisiera creer que todo se derrumbará.

+Es eso lo que no debes de hacer: derrúmbate antes de que el Sol salga. Dime ¿tienes certeza de que el astro rey el día de mañana saldrá?

-…

+…

-Generalmente así sucede…

+Pero las generalidades suelen fallar Icaro.

-Muy pocas veces lo hacen.

+Y si sucediera, si en verdad ese temor latente se hiciera presente ¿sabes lo que tienes que hacer, verdad?

-…

+¿Verdad?

-Sí.

+No derrames lágrimas, aún no. La luz te seguirá iluminado por mucho tiempo; no es momento de sufrir, date cuenta que sería desperdiciar tiempo, y para eso, tendremos mucho después de la catástrofe.

-No lloro de dolor, sino de preocupación, no sólo en mi, todo colapsará, temblará el suelo del castillo, sus muros vibrarán, las sombras enloquecerán, el sótano… el sótano se vendrá abajo y con ello surgirá el veneno, pero sobre todo… antes de que todos dejemos de existir, está él.

+Amargamente lo sé.

-Lo he visto en las auroras que suelen traer las noches, hermosas y brillantes, me cuentan lo que pasará, y lo he visto ahí.

+…

-Es el mismo, sin cambio aparente; parece no importarle lo sucedido, lo veo tras centenares de hojas, de libros, de números y letras, concentrado en llegar a su sueño, su eterno sueño… pero por dentro muere.

+Tienes que comprender: no podemos sonreír ante la desgracia, ni tú, ni yo, ni el veneno y mucho menos él.

-Vendrán lunas difíciles, me lo han susurrado las auroras. No sé qué pasará, pero sea lo que sea… todos caeremos y todos nos levantaremos, aunque cuando lo hagamos, él no tendrá vida más en sus ojos.

+¿Sabes lo que eso significa?

-Sí

+No quiero imaginarlo así.

-…

+Hazme un grato favor, levántate de la orilla del precipicio y platícame, esta noche, más sobre aquella historia. Quisiera poder imaginar en un final feliz.

-Bien. Me parece que la noche no merece hoy melancolía, más sin embargo hay que darle satisfacción. Te contaré más… ¿listo?...

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