domingo, 21 de marzo de 2010

Un camino nuevo (segunda parte)

No sé si debiera seguir escribiendo palabras, lector, pues lo que aconteció después de eso sólo fue silencio, un silencio perpetuo; congelado me quedé y sólo dije –No… gracias-. Qué respuesta tan más verdadera, certera y estúpida; cualquiera querría volar con voladores profesionales, seguir sus movimientos, contemplarlos en sus destrezas… yo no lo hice.

Aún no salía de mi trance cuando se acercó un segundo volador: -¡Ey! ¿por qué no vienes? Necesitamos a otro. ¡Vamos!-, respondí: -Gr.. gracias… no puedo ir, pero una vez más gracias-

Ellos volaban en el mismo lugar pese a mis dos negativas, disfrutaban, reían, jugaban… Después de un pequeño lapso de haberlos contemplado, dí media vuelta y me fui de ese lugar; y es que era comprensible lector, ¿cómo explicar a profesionales que tienes las alas rotas aún cuando no se notan? ¿cómo decirles que no vuelas más allá de 3 metros? ¿cómo hacerlos entender que sudo sangre tan sólo con respirar?...

Una ocasión anterior a esta también se me había invitado a volar, pero no me dolió tanto la negativa como la de hoy. Frente a mi estaba el castillo azul, imponente, enorme, fuerte, una fortaleza hecha sólo para mi. ¡Maldito castillo! Si no fuese por ti, estaría volando con ellos, me has quitado la oportunidad de hacer muchas cosas que ellos hacen, que ustedes hacen, que tú haces; me has quitado muchas veces las ganas de seguir viendo las estrellas, de contemplarlas, de soñarlas y admirarlas; me has hecho ser un ser de letras, de sentimientos, de lágrimas; me has hecho ser lo que yo nunca quise ser, lo que me modificaste en tu construcción, de todo aquello que pasaba en el tiempo cuando estaba en el suelo viendo como se levantaban tus muros, viendo cómo se construía tu techo y contemplando como crecías… comienzo a odiarte de nuevo.

¿Pero sabes? Aún así no me rindo –pese a lo que se piense-, esto que pasó hace que tenga un poco más de coraje; seguiré habitando en ti y tú en mi; somos inseparables lo sé, pero quisiera empezar a derrumbarte –pese a lo que se diga-, ¿y sabes? ya no me preocuparé por mi ni por las alas –pese a lo que se me aconseje-, es hora de dar el resto; ¡volaré!

Sí, lo sé, lo sé entupido castillo, pedí sólo sobrevolar, con eso podría hacer una “vida”, manejarla dentro de límites, etcétera, y lo hago, pero me he cansado de ti y de todo lo que implicas, quiero volar, quiero desgarrarme entre las nubes, me importa un comino lo que les pasen a las alas, serán fuertes para entonces, ¿y qué si se rompen? ¿y qué si sangro hasta morir? ¿y qué si pierdo la conciencia en las alturas? ¿y qué si muero?... ¡Volaré! Y no me detendrás, ya no; ayer en la noche me di cuenta de que seguía solo, por la mañana me lo recordaron de nuevo, así es que ya no hay otra cosa más por hacer: tanto el fracaso como el éxito serán míos, no los compartí, no los comparto y no los compartiré… total, fui abandonado cuando menos lo pensaba…

Lector, no pienses que soy negativo y que mis ideas están llenas de oscuridad, es lo más erróneo que puedes hacer; te aconsejaría que tomes nota de cada una de las palabras, las desgloses y unas las ideas positivas de esto, así me conocerás, así sabrás quién soy y así sabrás lo que haré.

Comenzaré un nuevo camino a partir de hoy con o sin ayuda, porque quiero volar, ¿y sabes? todo lo que quiero trato de conseguirlo y disfrutarlo, es así como he llegado hasta aquí… nunca, lector, me he dado por vencido, nunca, sino no estuviese aquí…

Volaré… sé que no estarás ahí, aunque me hayas dañado profundamente: volaré.

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