miércoles, 29 de diciembre de 2010

Mis batallas -Todo comenzaba aquí-

(Primera parte)

Sin imaginarlo, me he convertido en una especie de servidor militar. Soy aquel que lleva la misión de defender a la “nación” por encima de todo aquello que la dañe, denigre y destruya.

No he hecho méritos militares y ni siquiera me especializo en defensa de ningún tipo, más que de los pensamientos que vienen a mí cada vez que se le ocurre a mi corazón manifestarse. Pero esto último no se acerca al objetivo esencial del escrito; para mayor entendimiento, adentrémonos en un mundo medieval, en un campo con prado verde, tan verde que parece alfombra: qué hermosura de césped, darían ganas de recostarse ahí y ver el cielo azul.

Escucho trompetas por todos lados y no veo más que al frente la nada, desierto, sólo esas pequeñas llanuras verdes y el horizonte. De pronto todo calla, enmudece el viento que soplaba, las trompetas se han dejado de sentir para dar paso a tambores; tambores que hacen palpitar mi corazón y se integran una vez más las melodiosas trompetas. No sé lo que pasa pero algo sucederá.

De mi lado derecho hay un ser extraño, más extraño que mi propia presencia: no es igual a mí ni a cualquier otro semejante a mi especie, es bípedo pero de morfología compleja, su complexión es formidable, casi un gladiador, músculos bien definidos, brazos y piernas fuertes, vestimenta un tanto futurista para mi tiempo sin dejar de notar que es azul, él y su ropaje, son azul celeste.

De mi lado izquierdo hay otro ser, monta lo que ustedes conocerían como caballo, pero sin serlo: él no es igual que el otro, éste es blanco, vestiduras blancas y complexión un poco más ligera sin dejar de ser guerrero. Hay un toque de fineza en su rostro, serenidad y entrega es lo que me transmite.

Comienzo a preguntarme qué es lo que hago aquí entre dos seres que sin agravios podría mencionar como titanes: ¿qué hago yo entre titanes?.

El suelo se cimbra tras los golpeteos de los tambores y me empieza una sensación de miedo. Todo, se supondría, estaría listo para una encarnecida batalla, sólo que no sé contra quién ni el porqué del asalto bélico, además cuento con dos seres que no sé quiénes son, sin contar que no hay más ayuda, sólo este par de escoltas.

Comienza mi desesperación por salir de aquí, pero una extraña esencia hace que me quede, que palpe con emoción la sintonía del ambiente, y esas melodías de tambores y trompetas, cada vez más fuertes sonando… todo está listo… todo está preparado… todo en el perfecto lugar… pero, ¿para qué?....

-¡Aaaagh!

De mi boca sale ese sonido de sorpresa y dolor a la vez. Se me nubla la vista; se me empapa de tibio líquido la lengua; dejo de escuchar, de oler pero no de sentir; caigo de rodillas sin saber por qué, mientras toco mi vientre y siento mis vestiduras cálidas; observo mis manos que ya no son normales y familiares, ahora las cubre un tono muy rojizo brillante, es sangre… estoy herido… todo comenzaba aquí…

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