jueves, 10 de diciembre de 2009

Refl3xión

Cansado una vez más me encuentro dentro de esta atmósfera. No sé por qué me extraño de esto, si es de lo que vivo y viviré; quizá sea porque no me he acostumbrado lo suficiente: aún así, es difícil de respirar.

Pero no es sólo eso, ¡no!, aún más estoy cansado y fastidiado de la existencia errónea o acertada que llevo: que quede claro, no son pensamientos suicidas, sino existencialistas. Y sobre esto abordo el tema: ¿por qué los que lo tienen “todo” se empeñan en sufrir? ¿Mientras que los despojados, desafortunados, carentes, sin fortuna, etc., tratan de vivir una vida lo más decentemente posible?

Vida: que desgraciada eres con los desafortunados. Prémialos con tus bondades que ellos te lo agradecerán; llénalos de sabores que en sus vidas inmundas nunca han probado; sácialos de riquezas y de armonías excelsas para que puedan sonreír no sólo cuando despierten, sino cuando anochece y el frío cubre sus miserables huesos. Inúndalos con gratificantes sobresaltos de emoción y alegría: te aseguro, vida, que no habrá persona más feliz en este planeta que ellos, los desdichados, los olvidados por ti, los miserables.

A los otros, sí, a aquellos que gozan de comodidades materiales y de pomposas risas, pediría un día sin eso a lo que se acostumbraron y que no lo valoran; sinceramente me da igual si sufren o no, sólo que la desigualdad en este mundo llamado Tierra es enorme, y mientras ellos sufren en sus pisos de oro, hay otros tantos que lo hacen en el asfalto, descalzos, con frío y calor, con sudor y lágrimas, y sabes, vida, aún así estos últimos quieren vivir.

Es por eso que concluyo… sea el tema que sea, trátese de ricos o pobres, en cualquier aspecto que se maneje, es asquerosamente enorme esta diferencia entre bienaventurados y desfavorecidos: no sé, pero creo sería mucho mejor un mundo donde exista una igualdad.

Por mi parte… ¿pedirte cosas? No, ya no. Los muertos no pueden pedir cosas pues la vida, lo que más anhelan ellos nunca se les concederá. Aunque, suponiendo y teniendo claro de que no estoy muerto, de que gozo de plena vida como tal, de que veo, escucho, puedo sentir y saborear, así como oler tus perfumes… no, ya no hay nada más que pedir, lo tengo todo para poder seguir luchando.

“¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!... Amado Nervo, “En Paz”

…vida, me debes demasiado, y pienso cobrártelo hasta mi último aliento.

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