lunes, 27 de septiembre de 2010

En autoría de una vida en construcción

¡Qué locura! El Castillo parece tener más vida que en antaño, y a decir verdad, nunca ha tenido vida pues se ha mantenido en la oscuridad de las sombras quienes lo habitamos, pero me refiero a que tiene cierto aroma a alegría, pasión, entusiasmo, quizá un toque de luminosidad y cierto desdén de emoción. Caería en un error al cuestionarme del por qué es que se presenta así actualmente, no hacen falta respuestas a las preguntas que son tan obvias; no hace falta imaginarme lo que le ocurre para saber que entra más luz por las ventanas en los días despejados cuando el astro rey nos baña con su celestial luminiscencia. Todo se debe a una musa convertida en diosa, pues ella de quien depende mi felicidad, y la de él.

Es así que pasan las noches llenas de estrellas en el firmamento; desde mi balcón siento la brisa que despierta a mis alas, las extiendo y se inundan de aquellos rayos plateados que me proporcionan las lunas… lunas mías que están más brillantes, ustedes también saben lo que pasa dentro de mí y de él al unísono, inevitable saberlo pues hasta la flor más pequeña que deambula debajo de nosotros presiente y siente con emoción el calor del amor.


Me aventuro a vivir de ahora en adelante creando y regresando a mis orígenes, a aquellas noches de placer en los que la lectura y las ideas surgían como mundos colosales en mi mente, haciendo y deshaciendo cualquier tipo de integración con los personajes. Pero no es para menos, ha regresado en pequeñas dosis de entusiasmo aquello que no siempre tengo y que ciertas ocasiones suele desprenderse de mi alma: la inspiración.

Es en parte su felicidad la que contribuye a que yo me encuentre aquí, la otra parte es que era necesario expresarnos de manera autónoma, siguiendo los lineamientos de conservación en dos mundos, él en el suyo, y yo en el mío; pero es él quien me da las armas necesarias para imaginar, pensar y que de esta manera sienta el vivo sentimiento de la recreación.

Lo veo tan dócil y tan noble, cuando antes había sido duro y engreído. Pero no lo culpo, fuertes motivos tiene para ser “otro” sin dejar de ser él. Y hablando de seres dóciles, engreídos, nobles y duros, es aquí cuando recuerdo cierta historia… una historia basada en un pasado tormentoso, cubierta con dolor y sentimientos rotos, pero que a decir verdad, lector, esta historia se construye día a día y advierto: el final será parte de su vida, del final de su vida, por lo pronto, sólo sé que comienza así…

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