viernes, 7 de agosto de 2009

...el anillo verde

[Seguir la lectura con una furtiva lágrima...]
¿Qué hago yo entre voladores? Domadores de los aires y profesionales en volar. ¿Qué hago yo viéndolos vivir? Me lo pregunté una vez que estaba ahí; sin respuestas me encontré, sólo los veía volar. Y es que ese no era el objetivo cuando partí del castillo azul, mis planes eran volar bajo y pensar en mi destino, soñar en mi futuro planeándolo con fuerza y destreza, pero no preví que a donde los vientos me llevaban eran justo a donde había profesionales con alas.

¿Qué hago yo entre voladores? Me pregunte una vez más; sin remedio me vi forzado a analizarlos, era sorprendente ver aquella destreza que experimentaban, volaban y daban piruetas sin dificultad, reían y cantaban mientras se desplazaban por los aires. Eran muchos, no pude contarlos pero la magia que desprendían era fascinante, tan fascinante que lloré. Quizá de felicidad al verme ahí entre voladores, pero también de nostalgia al encontrarme sin pasiones iguales a las de ellos.

Resulto ser peor salir a pensar que quedarme en el castillo, me hiciste falta una vez más, y sin noción del tiempo me perdí entre el Sol y la Tierra. Me hubieses comprendido en esos momentos de agonía, de tristeza y emoción; te extrañé tanto en esos momentos que el atrevimiento casi me hace realizar una locura, pero no, no hay tiempo de locuras y de presiones en pleno vuelo.

¿Sabes?, me hubiese gustado que estuvieras ahí, no era necesaria tu presencia física, sólo requería tu voz para que me hablaras y el sentido del oído para que me escucharas; era tan grandioso… que estaba extasiado de encontrarme entre ellos.

Pensé en ti cuando me encontraba sumergido entre vuelos de los profesionales, te llamé con la voz casi muerta y de mis ojos salió una furtiva lágrima; nunca pensé que te extrañaría tanto.

Ya no vale más la pena hablar de eso ahora, estás tan lejos y yo tan cansado de verte en sueños que sólo el escuchar una palabra tuya sería el fin de mi destino, nunca más pensaría en ti.

Aún así el reconocer que te extraño me es imprescindible, eras tanto y todo para mi, que ese todo y tanto acabó así, tal y cual comenzó.

No sé cuando vuelva a escapar de nuevo del Castillo Azul, pero estoy seguro que volverás a estar entre los voladores, entre las nubes y entre una lágrima que te verá en un espejismo. Te recuerdo como ayer, te recuerdo como hoy y te recuerdo como siempre; aunque el anillo verde esté guardado en un cofre inexistente.

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