domingo, 6 de marzo de 2011

Impostora

Te percibo a lo lejos y en silencio. No me es permitido acercarme; deambulante soy entre las sombras y vigilante a la luz del Sol.

Es inquietante verte; es como si viera un espejo ajeno, es como si me engañaran mi ojos y mi inconsciente; es todo y es nada a la vez; es frustrante; es desesperante; es algo que no debo de imaginar.

Pero es que es tan real, que no concibo en la vida, materia igual en dos mundos distintos. No sé si sea posible, aunque supondría que no. Al mismo tiempo de asombrarme, me pregunto qué dejo de hacer cuando observo; no puedo tomar iniciativa, no puedo adentrarme en un mundo ajeno al mío, no puedo participar en algo que no me corresponde.

Sólo observo, solo observo. Y trato de descifrar ese pensamiento que me inquieta, que me convence, que me impacienta; mientras que paso de luz a sombra, y de sombra a luz, pareces no verme, no mirarme, ni siquiera sé si soy visible a esos ojos.

Ráfagas de pensamientos me invaden, me aniquilan al ver esa metamorfosis casi idéntica a la superior. Sigo maquinando que no pueden caer dos rayos en el mismo lugar, puede ser posible pero sería algo improbable.

Mientras tanto, sólo observo junto con todo el catastrófico pensamiento mío. Pero estoy convencido, no eres quien yo creo que eres, porque aquella quien en verdad es se encuentra en otro plano muy lejano a este, y tú sólo puedes ser algo: una impostora.

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